El presidente cubano Miguel Díaz-Canel se sigue proponiendo ofrecer una imagen totalmente diferente a la que acostumbró el mandato castrista. El nuevo designado (por Castro) al frente del gobierno cubano no viste traje militar, no tiene remilgos en dar a conocer a su familia, ni tampoco en bailar, y tocar un instrumento musical.
Sus detractores pensarían: toda una perfecta escena teatral. Sus seguidores lo verían, como ya han manifestado algunos, lleno de orgullo y admiración, como si tales actos sólo perteneciesen a los simples mortales.
Pues resulta, que intencionado o no, el señor canoso de 58 años, se olvidó del rígido buró del que seguramente dispone en algún sitio del Consejo de Estado, y se “botó para la pista”, nada más y nada menos que en la más grande ciudad del histórico contrincante de la Revolución: Nueva York.
Con información de Periodico Cubano