El presidente Donald J. Trump lleva varias conferencias de prensa donde hace llamados a los gobernadores para reabrir el país, debido a ello el gobernador de Florida, Ron De Santis, optó por lo seguro y fue a ver a Trump cara a cara antes de anunciar cualquier tipo de apertura en su Estado.
Con los gobernadores demócratas, como Andrew Cuomo de Nueva York, hay un claro enfrentamiento donde hasta cuando dicen lo mismo, ambos intentan distanciarse del otro. Con los gobernadores republicanos, la situación puede ser aún más compleja. Cuando el de Georgia, Brian Kemp, anunció a finales de la semana pasada que reabriría su Estado, en principio recibió una felicitación por parte del presidente. Pero luego Trump afirmó ante la prensa que no se trataba de un buen plan.
También es cierto que DeSantis llega con cierto as bajo la manga: pese a todos los pronósticos de que Florida se convertiría en el nuevo punto trágico de la pandemia, los números se han mantenido relativamente bajos en comparación a otros Estados, sin quitarle importancia a los más de 32 mil contagiados y arriba de mil fallecidos, con una tasa de mortalidad por debajo del promedio nacional y un sistema hospitalario que está lejos de colapsar como ha pasado en Nueva York, por ejemplo.
Hasta ahora en Florida se desconoce el plan de reapertura, pero desde la Casa Blanca el Gobernador informó que a mediados de semana dará a conocer los pasos a seguir. Todo parece indicar que este discípulo de Trump comenzará a reabrir el Estado a finales de semana.
El aeropuerto internacional de Miami es la puerta de entrada a los Estados Unidos para Latinoamérica. Con 50 millones de pasajeros transitando por allí al año y operando sin ningún protocolo estricto de control, se ha convertido en un punto de discordia. El alcalde de la ciudad de Miami, Francis Suarez, lleva más de un mes pidiendo que se restrinjan los vuelos desde ciudades con altos niveles de contagio de COVID-19 (nacionales e internacionales).
Fuente: Infobae